Campo. Brisa sobre pastizales. Pájaros que trinan. Corazón que late con ritmo. Mensaje de WhatsApp que entra. Ciudad de fondo. Interior de un auto que avanza. Una radio con música.
BRUNO: Mi amor, estoy camino al aeropuerto. No sabés lo que te extraño… Las ganas que tengo de verte… Tres noches sin vos es demasiado.
Campo. Vacas que mugen a lo lejos. Nuevo mensaje que entra. Aeropuerto. Llamado a embarque de fondo. Corazón que se acelera.
BRUNO: Mi vida, estoy juntando fuerzas para subir a este maldito avión. A pesar de que el vuelo es corto, no logro acostumbrarme.
Interior de un avión. Embotado. Azafata que habla de fondo. Nuevo mensaje que entra.
BRUNO: Amor, te estoy viendo en línea. ¿Estás enojada? Si dije o hice algo malo— Espero que no estés enojada— Quería escuchar tu voz antes de despegar—
Nuevo mensaje que entra. Corazón acelerado.
BRUNO: No entiendo cómo estas cosas vuelan. Te llamé, pero no me atendiste. Debés de estar descansando… Tengo mucho miedo. Pensar en verte es lo único que me calma… Contestáme cuando puedas.
Corazón peligrosamente acelerado. Avión que despega. Silencio. Sonidos de campo.
KARINA (NARRACIÓN): Desde la ventana de mi habitación veo la entrada de la finca y el mundo entero… El campo abierto, sin una sola ondulación, las nubes que se apilan unas sobre otras entre los parches azules de cielo hasta que el horizonte se mezcla con la tierra sin que yo sepa cuál es cuál… Las vacas pastan a lo lejos, y el árbol en mi ventana todavía tiene unas pocas hojas muertas que le cuelgan. Si miro con cuidado, puedo ver los pequeños brotes verdes que asoman de las ramas como las pústulas de una enfermedad incipiente… Ya nada podrá detener a la primavera.
Puerta que se abre. Pasos de alguien que entra.
JOSEFINA: Karina, te traje las pastillas.
KARINA: Como si fueran a curarme.
JOSEFINA: Cínica y terca, igual que papá —que en paz descanse—. Dale, tomálas, no me hagas esto.
KARINA: Jamás me negué.
Pastillero que se agita y garganta que traga agua.
JOSEFINA: Tu celular no paró de sonar en toda la mañana.
KARINA: Maldito aparato.
JOSEFINA: Estaba tirado en el suelo, a lado del banco de afuera. Bruno te dejó varios mensajes.
KARINA: Uno nunca alcanza y mil no son suficientes.
JOSEFINA: ¿Por qué no le contestás?
Silencio.
JOSEFINA: Es tu marido, Karina, se desvive por vos, está pendiente todo el tiempo. ¿Sabés cuántas querrían tener a alguien como él…? Contestále, Karina, no te cuesta nada. Está de viaje, se preocupa, es un segundo… Agarrá el teléfono y contestále, haceme el favor…
KARINA: Ya está en vuelo.
JOSEFINA: Te pide que le mandes la ubicación.
KARINA: Sabe bien dónde estoy.
Silencio.
JOSEFINA: Pero ¿qué te molesta? Mandásela igual, así la ve cuando aterriza. Sabés que no le gustan los aviones… Mirá, ¿sabés qué? Se la mando yo. Se la mando, no me cuesta nada. Ni sé para qué te pregunto.
Mensaje que sale.
JOSEFINA: Es para dejarlo tranquilo. Sabés cómo te quiere y se preocupa… Todos nos preocupamos por vos, por que estés bien. Queremos que estés bien…
Un beso y pasos que se alejan. Puerta que se cierra. Cocina. Ollas y utensilios que se manipulan.
JOSEFINA: Está peor que nunca, para mí es una depresión lo de ella, ¿qué querés que te diga?
MARIO: El médico dijo que era el corazón.
JOSEFINA: Corazón y cabeza, está todo conectado, Mario. Tengo miedo de que haga una locura.
Pasos que se acercan. Puerta que se abre.
JOSEFINA: Te traje la comida, mi amor.
KARINA: No tengo hambre. Quizás más tarde.
JOSEFINA: Comé un poquito… Un poquito aunque más no sea…
Silencio.
JOSEFINA: Karina, ¿qué hace esa pistola en la mesa de luz? ¡Mario, vení, por favor! ¿De dónde sacaste esa pistola, Karina? ¡Contestáme!
KARINA: Tené cuidado que está cargada.
JOSEFINA: ¡Ay, por el amor de Cristo! ¡Mario, vení que hay un arma acá!
Pasos que se acercan, puerta que se abre.
MARIO: ¿Qué pasó?
JOSEFINA: Tiene una pistola en la mesa de luz.
MARIO: Karina, por Dios.
JOSEFINA: Cuidado que está cargada.
MARIO: ¿Cómo sabés?
KARINA: Yo se lo dije.
MARIO: ¿Qué hace tu hermana con una pistola cargada en la mesa de luz, Josefina?
JOSEFINA: ¡Y cómo querés que sepa! ¡Qué sé yo qué hace un arma acá!
MARIO: ¿De dónde sacaste esta pistola, Karina?
KARINA: Es de Bruno.
JOSEFINA: ¡Llevátela, Mario, ¿querés?! Haceme el favor, ¡llevátela!
MARIO: Llamá a la psiquiatra, Josefina.
JOSEFINA: No grites que se altera.
MARIO: ¡Pero no te quedes ahí parada, Josefina, llamála, que hable con la psiquiatra!
KARINA: No voy a hablar con nadie.
JOSEFINA: ¡Lleváte el arma y dejáme, Mario, ¿no ves que se altera?!
KARINA: ¡No estoy alterada!
JOSEFINA: ¡Andáte para la cocina, Mario!
Pasos que se alejan. Puerta que se cierra. Silencio.
JOSEFINA: Tranquila, mi amor, tranquila. Perdonálo a Mario, pero lo asustaste.
KARINA: ¿Yo lo asusté?
JOSEFINA: ¿Y cómo querés que no se asuste si tenés un arma cargada en la habitación?
KARINA: ¿Qué pensaron que iba a hacer?
JOSEFINA: ¡¿Y yo qué sé?! ¡Me hacés pensar en una locura!
KARINA: Te asustan tus propios pensamientos, Josefina.
Pasos que se alejan.
JOSEFINA: ¿A dónde vas, Karina?
Pasos que se alejan. Cocina. Platos que se lavan. Conversación por lo bajo. Televisor de fondo con un noticiero.
MARIO: A esta pistola la dispararon hace poco, te digo.
JOSEFINA: ¿Cómo sabés?
MARIO: Porque sé, Josefina. Me doy cuenta. No sé si tu hermana no anduvo probándola ahí afuera. Escuché unos ruidos raros ayer.
JOSEFINA: Dejá de andar toqueteándola, ¿querés? Lo único que falta es que se te escape un tiro. Se la voy a dar a Bruno cuando llegue. Dice mi hermana que es de él. Jamás le conocí una pistola a Bruno. Para mí es de ella.
MARIO: ¿Y para qué la quiere?
JOSEFINA: Mi hermana es capaz de cualquier cosa.
MARIO: Tu hermana no se va a matar.
JOSEFINA: ¿Cómo sabés?
MARIO: Todo el día atrás de ella nos tiene. Es una manipuladora. Andá a saber de dónde la sacó. A lo mejor se la dio el petisero ese.
JOSEFINA: Calláte, Mario. No seas chismoso.
MARIO: ¿Me querés decir qué hace tu hermana todo el día ahí afuera, con el calor que hace, sentada en ese banco?
JOSEFINA: Mirá, no veo la hora de que vuelva Bruno, te juro. No hago más que pensar en él desde esta mañana. No sé por qué no me lo puedo sacar de la cabeza. Y mi hermana, que lo vuelve loco, pobrecito.
PERIODISTA: Lamentamos informar que el vuelo 632 de Aerolíneas, con setenta y cinco pasajeros a bordo, se estrelló esta mañana cuando despegó de Mar del Plata—
JOSEFINA: Bruno no era así, pero ella lo enfermó de celos, no le contesta los mensajes, y él se desvive por ella, se desvive—
MARIO: Calláte, Josefina, dejá escuchar—
PERIODISTA: —Según el reporte de la policía de seguridad aeroportuaria, no hay sobrevivientes. Investigan si se trató de un atentado o de una falla humana—
JOSEFINA: Dios mío, qué tragedia, pobre gente…
MARIO: Ese era el vuelo de Bruno, Josefina.
JOSEFINA: ¿Cómo—?
MARIO: Sí, 632. Es el vuelo de Bruno.
Campo. Chicharras a lo lejos. Pájaros que pían.
KARINA (NARRACIÓN): Aquí afuera, desde mi banco, puedo ver el mundo… Los machos de las chicharras emiten sonidos para atraer a las hembras… El arma estuvo cargada una semana sobre la mesa de luz, del otro lado de mi cama. Con y sin él. Cinco balas meciéndose en su cuna de hierro… Con una sola alcanza para que la libertad se abra ante mí como una flor a la abeja ocasional… Una bala y el coraje de toda una vida… que tal vez nunca tuve…
Pasos que avanzan presurosos y retumban en la madera del suelo. Conversación por lo bajo, agitada.
JOSEFINA: Dios mío… Bruno… ¿Cómo se lo decimos, Mario? Le va a explotar el corazón…
MARIO: Se lo digo yo.
JOSEFINA: No, dejáme a mí que soy su hermana. Me corresponde a mí decírselo…
Puerta que se abre. Campo. Brisa y pájaros.
JOSEFINA: Karina… Karina, mi amor…
Josefina intenta hablar, pero no puede.
JOSEFINA: Bruno, Karina.
Silencio.
KARINA: Me imaginaba.
MARIO: No, Karina, hubo una desgracia—
JOSEFINA: ¡Calláte, Mario, dejame a mí, ¿querés?! ¿Dios mío, por qué, por qué tuvo que pasar algo así, por qué?
KARINA: Josefina, no te entiendo—
JOSEFINA: El avión de Bruno… ¡Ay, Dios mío, ¿por qué?!
KARINA: Josefina, no-te-entiendo. Hablá.
MARIO: ¡El avión se fue al suelo apenas despegó!
Silencio.
MARIO: No hubo sobrevivientes. Bruno está muerto.
KARINA: ¿Qué?
JOSEFINA: Está muerto, mi amor.
KARINA: No puede ser.
JOSEFINA: Ay, mi vida, cuánto lo lamento.
MARIO: Cayó sobre un campo cerca de Dolores… Hay cadáveres regados como en dos kilómetros a la redonda—
JOSEFINA: ¡Basta, Mario, por Dios, con esos detalles!
MARIO: Está en todos los portales.
KARINA: ¡No puede ser!
JOSEFINA: ¡Bruno está muerto, Karina…!
Silencio. Alguien se levanta, pasos que se alejan corriendo.
JOSEFINA: ¡Karina!
Pasos sobre el pasto que entran corriendo al interior. La madera del suelo retumba. Hierro que se arrastra sobre la madera. Pasos que suben corriendo la escalera. Corazón que se agita. Pasos que avanzan.
JOSEFINA: ¡Atajála, Mario! ¡Atajála, que no se encierre en la habitación!
Portazo. Llave en la cerradura. Respiración agitada. Corazón acelerado. Voces ahogadas desde afuera.
JOSEFINA: ¡Está con el arma, Mario!
MARIO: ¡Karina, abrí la puerta!
Pasos que se alejan de las voces.
MARIO: (Lejano). Se encerró.
JOSEFINA: (Lejana). ¡Abrí, Karina! Dios mío, el arma, Mario, el arma.
Pasos. Las voces van quedando lejos. Otra puerta que se cierra. Flashback. Respiración agitada. Sollozo y llanto.
BRUNO: (Violento). ¡¿Vos te pensás que yo me chupo el dedo, Karina, que no sé que te estás revolcando con ese petisero?! ¡¿Eh?! ¡¿Te pensás que soy estúpido?!
KARINA: ¡Pará, Bruno!
Forcejeos, respiraciones intensas. Alguien que gime.
BRUNO: ¡A mí me vas a respetar, ¿me oíste?! ¡Abrí la boca!
KARINA: ¡No, Bruno!
Grito ahogado.
BRUNO: ¡Abrí la boca, carajo!
Gemido de miedo. Gemidos que cesan. Corazón acelerado.
BRUNO: Ah, mirá cómo te amansás… Así me gusta, mansita. Bien mansita… ¿O preferís que apriete el gatillo?
Golpe seco de cachetada.
BRUNO: ¡Mirá lo que me hacés hacer, la puta que te parió! ¡Mirá lo que me hacés hacer!
Llanto de mujer que de a poco se confunde y se convierte en risa. Risa que se convierte en carcajada. Carcajada incontenible. Ventana que se abre. Brisa que entra.
KARINA: ¡Libre, por fin libre!
Disparos. Uno, dos, tres, cuatro. Risa que de a poco va apagándose. Alivio.
KARINA: (Para sí). Libre, Dios mío, libre. Libre para siempre, libre de todo… Libre en cuerpo y alma….
Corazón que se desacelera. Latidos normales. Paz.
KARINA: Por fin libre.
Silencio. Auto que se detiene sobre el camino de tierra. Alguien desciende y cierra la puerta. Voz lejana.
BRUNO: Muchas gracias…
Auto que arranca y se aleja. Respiración que se agita. Latidos que se aceleran. Voces lejanas que llegan desde la entrada de la casa.
JOSEFINA: ¿Bruno? ¡Dios mío! ¡Bruno! ¡Mario, es Bruno, volvió Bruno!
MARIO: ¿Bruno? ¡Bruno!
Llanto cercano, en primer plano de sonido.
KARINA: (Para sí). No… No, no, no…
BRUNO: (Voz lejana). Pero ¿qué les pasa?
JOSEFINA: ¡Pensamos que estabas muerto!
BRUNO: ¿Muerto yo? (Risa). ¿Por qué iba a estar muerto? (Eleva la voz). ¡Karina, mi amor, qué lindo verte ahí arriba en la ventana! ¿Me estabas esperando?
Corazón que late descontrolado.
KARINA: (Para sí). Libre para siempre.
BRUNO: Karina… ¡¿Qué hacés con eso en la mano, Karina?! ¡Esperá, no! ¡Bajá eso, Karina! ¡Karina, no!
Se oye por fin un último disparo y los gritos de horror de Josefina y Mario.