Poco después del Mundial de Qatar sucedió algo impensado: Lionel Messi se emocionó con una crónica escrita por Hernán Casciari, el relato se viralizó de forma obscena y la revista Orsai N8 vendió más ejemplares que nunca en la historia de la editorial. Eso generó un excedente de dinero que no nos interesaba tener, de manera que sorteamos un viaje para los lectores, le pagamos más de lo acordado a los autores y reinvertimos para los números futuros: a nuestra excepcional cronista Gabriela Wiener, por ejemplo, le dimos libertad para que escogiera cualquier tema sobre el que quisiera escribir, en cualquier parte del mundo, a cuenta de la casa.
Sabíamos que Gaby no nos iba a defraudar: estamos hablando de una de las mejores periodistas y escritoras de América Latina, colaboradora histórica de la revista y, principalmente, amiga de Orsai. Casciari y Chiri Basilis la conocen desde la época en que vivían en Barcelona haciéndose los hippies y fumando porro todo el día. En 2011 la invitaron a escribir para Orsai. Desde la primera temporada todos sus textos, que ustedes pueden repasar en este enlace, se volvieron imprescindibles para la revista.
Un pasaje a Perú que valió una nota de tapa
Ebria de libertad periodística, Gabriela admite, en el nuevo episodio del podcast de Orsai, que no pudo contener su responsabilidad social. Abandonó Madrid, donde reside, y sacó un aéreo a Perú: en su tierra natal acababa de comenzar un levantamiento de las comunidades indígenas en los Andes en contra del extractivismo indiscriminado de litio, el mineral del futuro. La presidencia de facto de Dina Boluarte ya reprimía de forma salvaje la resistencia de los pueblos originarios y la región andina se había convertido en un territorio de batalla desolador, plagado de masacres y muerte.
Junto a dos fotógrafos, Gaby logró internarse en la zona más caliente del conflicto para esculpir una crónica brillante para la Orsai N10, abordando un conflicto serio que involucra a todo el Cono Sur, desde México hasta la Argentina: la guerra por el litio parece inevitable.
De ser una extranjera en su propio país a dar discursos con un altavoz
Gaby admite que estuvo muy cerca de volverse con las manos vacías: ganarse la confianza de los habitantes de Puno, el epicentro del levantamiento, era casi imposible. El chaleco de prensa que pensó que le abriría puertas y la protegería, al final no fue más que un lastre: acostumbrados a la criminalización que el periodismo nacionalista hacía de ellos, los locales sólo la admitieron cuando Gaby se presentó como corresponsal de un medio extranjero.
Sólo el tesón y la pasión de Gabriela pueden explicar que, a los pocos días y después de tantos obstáculos, consiguiera la confianza suficiente como para terminar gritando con un megáfono como una activista más.
Casi en tiempo real, Gaby enviaba a Orsai las fotos y la narración en audio de todo lo que acopiaba para su historia: el resultado es una crónica sonora tan dramática y conmovedora como la historia impresa en papel.
Escuchar en Spotify