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La madre de todas las desgracias

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Desde el día mismo de su parto, Hernán Casciari carga con una cruz: la de ser hijo de una madre que puede ver el futuro y anticipar antes que nadie felicidades, eventos y, sobre todo, desgracias.

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Este cuento también puede escucharse en la voz de Hernán Casciari.

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Boca cerrada

Quien no nació en una familia signada por las premoniciones no sabe cuánto sufre el hijo de madre vidente. Desde chico conviví con lo esotérico sin desearlo en absoluto. Así como otros niños asumen que han nacido en una familia de carpinteros, o de intelectuales, o incluso de ciegos, yo asumí muy temprano que si mi madre abría la boca era para anticipar el destino. Mi juventud fue un infierno. Supe de muertes, de desgracias y de felicidades mucho antes de que ocurrieran. Una tarde del año 2000 ya no soporté más y decidí dejar Argentina para siempre. Soñaba con tener una vida normal, sin adelantamientos trágicos. Quería una historia de amor con final incierto, una mascota con la que poder encariñarme a ciegas, un Mundial de fútbol con semifinales inesperadas. No sabía bien a dónde ir, pero sería a un sitio en donde mi madre tuviera la boca cerrada.

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